¿Por qué el psicoanálisis?
Alguien, un colega creo, me lo preguntó así, de sopetón.
Uno se interroga, no sé si a vd. le ocurre, a muchas personas, sí. Se interroga uno acerca de esas cuestiones que decimos transcendentales, pero que, en realidad, se hacen para tratar de entender qué carajo es esto de la vida, de la existencia; y entendiendo, extraer un saber que le permita a uno vivir mejor. Habitar la piel de uno mismo, a veces se torna un auténtico calvario; y, en ocasiones, los otros, los congéneres no nos hacen la vida muy apacible, que digamos.
Estoy convencido de que hay distintas formas de plantear esas interrogaciones, inquietudes, dudas, y seguramente todas legítimas. Me atrevería a asegurar que hay tantas formas como seres humanos que se las plantean.
Unos buscan posibles respuestas en el saber médico y científico y acuden a aquel que sustenta ese saber para que les diga qué les ocurre. Otros acuden a la religión en busca de soluciones ya que ésta les aporta “las tablas de la ley” para el buen vivir y así …Hay quienes encuentran en la filosofía el saber les responda.
En mi caso, siempre, desde muy pequeño supe que en mi familia, en las palabras que mi madre principalmente me había dirigido desde bien chiquitín, también mi padre y mi tío y algunos otros importantes de mis orígenes, se escondían las respuestas a mis preguntas. Sabía que de un modo u otro esas palabras habían dejado huellas en mi y que de una u otra manera me habían configurado. Yo había tomado de allí todos los elementos que me habían llevado a hacerme a constituirme. ¿Cómo lo sabía? Porque ellos eran lo más importante para mí y porque también yo era sumamente importante para ellos, casi lo más importante.
Supe desde muy pronto que era entre los juegos de amor y deseo de mis padres y de mis abuelos donde debía anidar para hacerme un lugar y para existir. Así me lo transmitieron o así lo leí en aquello que ellos transmitieron. Lo que se esperaba de mí, lo que no; lo que decían y lo que se callaban y que se escucha de otro modo en los silencios entre los decires. Ahí se configuró, casi, un destino que tan solo podía ser esclarecido por el psicoanálisis.
La ciencia, la psicología científica no se interesa por la particularidad de cada individuo, por aquello que le es propio y genuino y que hace de él un ser singular. No, a ella le interesan las cuestiones de rango universal, le interesa poder generalizar y establecer leyes de carácter de universal para así clasificar: Toc, Trastorno de ansiedad, Bipolar y recetar. Etiquetas tras las que se olvida al sujeto de la palabra y al sujeto responsable de su vida.
Seguramente sea más sencillo. Acudir adonde alguien y que le digan qué le ocurre y qué ha de hacer para resolverlo. Haga de este o de ese otro modo; o tome esto o aquello y verá que bien le va.
Como ven me reconozco como un niño freudiano. Era un niño psicoanalítico antes de haber oído hablar de psicoanálisis.
Cuando a Marie Langer, psicoanalista austro-argentina, le preguntaron por esta cuestión de por qué el psicoanálisis, ella respondió: «Porque sirve. Sirve para entenderse mejor a sí mismo y a otro. Sirve también para casi no mentirse más…”